Niños mentalmente rotos
Los brazos y las piernas permanecen intactos, pero el estado psicológico está hecho pedazos. ¿Qué podemos hacer para evitar que nuestros hijos sufran tanto?
En Estados Unidos, cada vez menos niños y jóvenes se rompen huesos de brazos, piernas y manos. Datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, organismo oficial del gobierno norteamericano, muestran que, hasta el año 2000, los niños lideraban el número de hospitalizaciones anuales por accidentes, con más de 15 mil casos por 100 mil habitantes, seguidos por niñas, con alrededor de 10 mil.
Sin embargo, en 2018 las hospitalizaciones en cada grupo ya se habían reducido a la mitad. La noticia podría considerarse maravillosa, sin embargo, en varios países ha aumentado el número de niños ansiosos, deprimidos y severamente aislados socialmente. Es decir, si bien físicamente los niños están “enteros”, psicológicamente se encuentran en un estado cada vez más preocupante y una de las causas de este problema puede ser el uso cada vez mayor y más frecuente de pantallas, como celulares y computadoras.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Brasil es el país con mayor prevalencia de ansiedad en el mundo. En el país, el 36% de los jóvenes brasileños desarrolló ansiedad y depresión durante la fase más aguda de la pandemia de Covid-19, según el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de São Paulo (USP). Sin embargo, es posible que el fenómeno haya comenzado mucho antes. Si en generaciones pasadas los niños corrían por la calle, jugaban a la mancha y al fútbol, hoy estos eventos sólo ocurren en un entorno virtual, en juegos, y los juegos al aire libre que eran constantes en el pasado se han convertido en una práctica antigua.
Alessandra Cieri, psicóloga clínica, máster y analista de conducta, cree que todavía sufrimos lo ocurrido durante el período Covid-19. “Todo esto se intensificó durante la pandemia, que aumentó drásticamente el uso de la tecnología. Lo que era presencial antes de la pandemia pasó a ser virtual, incluyendo momentos de ocio, como fiestas y reuniones. El aislamiento social aumentó la dependencia tecnológica y el uso de las pantallas se volvió casi integral”, destaca.
Afirma que el exceso de tecnología ha sido una de las mayores preocupaciones en el área de salud pública. “Los estudios indican que el mismo mecanismo capaz de hacer que una persona sea dependiente de las drogas también puede provocar dependencia de la tecnología. La adicción a la tecnología, llamada nomofobia, puede causar daños significantes a la salud mental e incluso enmascarar ansiedad y depresión. Un ejemplo común es cuando una persona se esconde en entornos virtuales donde es más importante mostrar que vivir”, explica.
Según ella, a pesar de algunos efectos a corto plazo, la exposición excesiva a la tecnología también crea problemas a largo plazo. “Los padres deben prestar atención a signos como trastornos del sueño, ansiedad, depresión, soledad, tensión, insatisfacción, miedo, autocontrol y violencia, así como al dolor, problemas de visión y cambios de humor. Evaluar si el rendimiento académico del niño se está viendo perjudicado. Es muy importante reconocer la existencia del problema y buscar ayuda psicológica”, aconseja.
Para Telma Abrahão, médica biomédica, especialista en neurociencia y desarrollo infantil, el ejercicio físico para los niños es fundamental: “no sólo para su desarrollo físico, sino para su salud mental. El niño que sale a jugar al aire libre está realizando una actividad necesaria para el correcto desarrollo de su cerebro a través del movimiento, las relaciones y las conexiones. Nosotros, los seres humanos, tenemos la necesidad de pertenecer, de socializar, de hablar, de mirarnos a los ojos, de sonreírnos y de tocarnos. Esto es muy fuerte en los niños”, evalúa.
Alessandra destaca que el secreto para utilizar la tecnología sin dañar la salud es el equilibrio. “Los dispositivos electrónicos no son dañinos. Son recursos que se pueden utilizar a nuestro favor y de forma beneficiosa de varias maneras.
Lo que puede resultar perjudicial es la falta de autocontrol que conduce a la compulsión. Establece límites horarios de uso de las redes sociales y de los dispositivos electrónicos, valora tus vínculos familiares y procura que los niños no dependan de la aprobación en las redes sociales ni crean todo lo que se publica en ellas y, sobre todo, no renuncies a su tiempo de ocio con tus hijos. “, ella aconseja.
Para Telma, una educación respetuosa con los niños comienza con la reeducación emocional de los padres. “Cualquiera que quiera tener hijos sanos necesita dedicar tiempo a ellos todos los días. Dedica al menos 30 minutos al niño para hablar, jugar y estar presente emocionalmente. Muchos padres trabajan mucho, dicen que cuando llegan del trabajo están cansados y que no tienen tiempo. Sin embargo, el niño también necesita ser una prioridad en su vida en algún momento de su día”, afirma.
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