Construye la vida que deseas a través de las palabras que pronuncias

En las Sagradas Escrituras, Efesios 4: 29 dice: “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” Las palabras corruptas son palabras inútiles que devalúan el carácter tanto del hablante como del oyente.

Podemos usar nuestra boca para determinar cosas buenas en la vida de quienes nos escuchan o podemos usarla para mentir, robar, matar y destruir. Es muy importante entender que la primera persona que escucha las palabras que salen de tu boca eres tú mismo. Por lo tanto, lo que dices te afecta a TI primero. Las palabras son poderosas y es fácil ponerlo a prueba: cuando estés solo, repite “Estoy enojado”. Ni siquiera necesitas saber por qué, pero pronto tu cerebro empezará a buscar motivos para estar enojado. De la misma manera, si dices “Estoy agradecido”, encontrarás razones para ello.

Una palabra puede cambiar tus sentimientos, emociones y pensamientos. Esto significa que las palabras que salen de tu boca tienen poder, y debes vigilar cómo estás usando este poder: ya sea para tu propio bien y el de los demás (para edificarte a ti mismo o a ellos) o si es para el mal. Las únicas palabras que deberían salir de nuestra boca son palabras constructivas: que eleven, fortalezcan y alienten. Si no tienes este tipo de palabras, es mejor no decir nada.

Tus palabras pueden cambiar tu estado de ánimo y el entorno en el que te encuentras. Pueden motivar o desmotivar a tu equipo, ayudarte a conquistar o perder un cliente, salvar o destruir tu matrimonio. Este es un poder gratuito: no es necesario registrarse ni pagar por él, ni tampoco realizar ningún curso para aprenderlo. Sólo necesitas entender: “Mis palabras tienen el poder de construirme o destruirme a mí mismo y a los demás”.

También es importante señalar que existe una diferencia entre el pensamiento, la palabra hablada y la escrita. Si las palabras que crees que son poderosas, aún más poderosas serán las que pronuncias, y las que escribes tienen aún mayor poder. Por lo tanto, debes utilizar estas palabras a tu favor: tener buenos pensamientos y, como consecuencia, decir palabras positivas. Luego, escribe lo que realmente quieres lograr.

Nuevamente, recuerda usar este poder a tu favor y no en tu contra. No destruyas las cosas con tus labios, sino más bien constrúyelas. El primer paso para hacer esto es absorber las Palabras de Dios, que son Sus pensamientos. Si absorbes los pensamientos de Dios, ellos influirán en tus propios pensamientos, los cuales a su vez influirán en tus palabras y, a través de ellos, podrás influir en tu vida y en aquellos que te escucharán.

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